- 29 Marzo, 2019
- in Transformación Digital
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Desde finales del siglo pasado las nuevas tecnologías de información y comunicación se han implementado para ampliar los horizontes en la gestión de las ciudades.
Las Smart Cities o ciudades inteligentes son una realidad gracias a la correcta integración de las TI en todos los procesos de administración ciudadana.
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Las ciudades inteligentes (Smart Cities en inglés), es un concepto relativamente nuevo (2004 – España), en el cual se plantea el uso de las tecnologías innovadoras junto al resto de los recursos ya existentes para potenciar y promover el desarrollo sostenible de las ciudades.
Este paradigma de ciudades nace con la necesidad de orientar la vida cotidiana a la sostenibilidad, todo esto es posible mediante infraestructuras tecnológicas de vanguardia, motivando la innovación usando la tecnología a favor de los ciudadanos.
El Internet de las cosas (IoT), el big data, aplicaciones móviles, industria 4.0, están consiguiendo mejorar la eficiencia y el performance de las ciudades, siempre y cuando se emplee de manera inteligente.
En este sentido, una ciudad puede utilizar la tecnología para mejorar la vida de las personas y más concretamente, para conseguir beneficios como:
Para que cualquier municipio se considere una ciudad inteligente, debe reunir estas condiciones:
Pero la pieza clave para el funcionamiento de una ciudad inteligente es la participación ciudadana.
Si los ciudadanos no contribuyen activamente el uso y fomento de estas alternativas, no se conseguirán los objetivos previstos en su implantación. Es esencial la información, formación y difusión a los ciudadanos por parte de las administraciones públicas.
Existen múltiples servicios que se pueden ofrecer en una “Smart City”. Entre ellos podemos nombrar:
El desarrollo sostenible urbanístico se basa en satisfacer las necesidades de la ciudad, sin comprometer los actuales ni futuros recursos de las próximas generaciones.
Para lograr este tipo de desarrollo, podemos destacar el uso de las energías renovables como la energía solar, geotérmica, eólica o biomasa, que ayudan a reducir costes y emisión de gases contaminantes, al mismo tiempo que disminuyen la dependencia a redes externas o en su defecto lograr la autosuficiencia energética de la ciudad.
Otros ejemplos de desarrollo sostenible son impulsar la movilidad sostenible, promover políticas alimentarias sostenibles, incrementar la eficiencia de los edificios (aislamiento térmico, sistemas de ventilación) o fomentar el reciclaje, entre otros.
Para llevar a cabo esto es necesario que las administraciones públicas realicen campañas educativas a la colectividad en general, promoviendo el uso de prácticas sostenibles.
Gracias al auge de las empresas especializadas en telecomunicaciones que invierten en infraestructuras robustas de fibra óptica, las cuales permiten manejar altas densidades de datos con mayor eficiencia y seguridad, es posible el acceso a una gran cantidad de información que puede ser usada en beneficio de los ciudadanos.
El promover el libre acceso a estos datos que se producen cada día, ayuda a garantizar una eficiente toma de decisiones a la hora de responder a las necesidades de los habitantes.
A su vez, permitir el acceso a datos públicos es una forma de mantener a los ciudadanos mejor informados e incentivarlos a realizar proyectos colaborativos junto a los entes gubernamentales.
Un claro ejemplo de la buena utilización de estas redes, es la interconexión segura de diferentes sucursales de entes públicos, como en el caso de la SUNAT u otro ministerio que necesitan mantener una alta calidad en sus redes para almacenar y procesar datos de manera más eficiente y segura.
Este suministro de comunicaciones es posible gracias a la participación de capital privado como es el caso de la red dorsal Azteca, la cual interconecta a todo el perú de manera eficiente, sin embargo, el poco apoyo gubernamental ha hecho que estas posibilidades de ciudades inteligentes se vea retrasado en nuestro país.
No obstante con el apoyo del sector privado es posible la implementación de estas redes que permiten ampliar los diferentes campos de acción de las Smart Cities.
Para lograr una atención más rápida en caso de emergencias, se pueden crear servicios de teleasistencia para atender a las personas que requieran de una atención urgente en caso de un accidente.
Muchas ciudades inteligentes poseen canales de Live Streaming, como una estrategia comunicacional que permite a las administraciones públicas y a los políticos conectar con transparencia y rapidez con su comunidad durante ruedas de prensa, campañas políticas, eventos culturales, entrevistas o reuniones oficiales.
De esta manera los ciudadanos tienen la posibilidad de seguir desde la comodidad de sus hogares cualquier actividad que les interese y así mantenerse informados de la toma de decisiones en su ayuntamiento o de los políticos.
A su vez, se puede fomentar la participación ciudadana a través de la realización de entrevistas virtuales, donde los interesados puedan intervenir y realizar sus propias preguntas.
Los ayuntamientos han acudido a la utilización del Live Streaming, dada la necesidad de conocer los verdaderos intereses de los ciudadanos, mejorar los servicios, incrementar la transparencia de su trabajo y fomentar la participación ciudadana en las actividades del estado.
Como podemos ver, necesitamos ciudades más eficientes, que gestionan cada vez mejor sus recursos, servicios y tecnologías, con el fin de llegar a un equilibrio entre el bienestar de los ciudadanos y la preservación del entorno.
Sin embargo, todo esto es posible solo con plataforma de telecomunicaciones robusta que brinde alta fiabilidad, velocidad, seguridad y disponibilidad.